Miércoles 10 enero del 2018
 
     
 
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Prohíben la discriminación remunerativa - II

La Ley N° 30709, que prohíbe la discriminación remunerativa entre varones y mujeres, obliga a establecer cuadros de categorías y funciones que impidan cualquier posibilidad de discriminación remunerativa entre varones y mujeres. Exige también –al modificar el texto del artículo segundo de la Ley N° 26772– a que los empleadores informen a sus trabajadores respecto de la política salarial implementada al interior del centro de trabajo. En ambos casos, la amplitud en los términos de la norma en comentario muy probablemente requerirá de precisiones por la vía reglamentaria.

Singular atención merece el artículo tercero de la Ley Nº 30709, al establecer que “las remuneraciones que correspondan a cada categoría las fija el empleador sin discriminación”. El artículo citado hace mención a una verdad de Perogrullo, es responsabilidad del empleador fijar la política salarial y por obligación constitucional le es vedado incurrir en cualquier acto discriminatorio. Igualmente, no es del todo adecuado disponer, como lo hace el artículo quinto, que el empleador “garantiza” la compatibilidad de vida personal, familiar y laboral. No está en las facultades del empleador garantizar dicha compatibilidad. Pareciera que el legislador parte del supuesto de un mundo idílico que no es –ni por asomo– el actual, donde el apremio por un ingreso suficiente para cubrir las necesidades de subsistencia, en muchos casos hace que se dejen de lado los aspectos citados, postergando de alguna manera las actividades sociales y familiares.

La ley modifica el literal b) del artículo 30 de la Ley de Productividad, cuya redacción actual implicaría que la “reducción de la remuneración y de la categoría” son actos de hostilidad equiparables 

al despido. Se ha eliminado la palabra “inmotivada” del texto anterior, proscribiendo los acuerdos de rebaja válidos en casos determinados y derogando tácitamente la antigua Ley N° 9463. Más grave todavía, al reemplazarse la disyuntiva “o” por la conjuntiva “y”, la hostilidad solo se configuraría si la rebaja del sueldo va necesariamente de la mano con una degradación en la categoría.

Fuente: Diario El Peruano, miércoles 10-01-2018
www.elperuano.pe

¿Puede la política arruinar su vida laboral?

Mostrar en exceso su ideología y su adscripción política, ¿le beneficia profesionalmente? Como norma general, al hablar de estos temas en el lugar de trabajo se recomienda prudencia. La cautela evita que su imagen profesional pueda quedar dañada a largo plazo.

Mostrar en exceso su ideología y su adscripción política, ¿le beneficia profesionalmente? Como norma general, al hablar de estos temas en el lugar de trabajo se recomienda prudencia. La cautela evita que su imagen profesional pueda quedar dañada a largo plazo.

Pasamos más tiempo con nuestros compañeros de trabajo -y con nuestros jefes- que con la familia y los amigos. 

Así, no resulta extraño que muchos no puedan resistir la tentación de olvidar un tema de conversación neutro como el tiempo, o incluso otro más polémico como el fútbol, y se decidan a hablar de política en la oficina, sin miedo a entrar en temas escabrosos y a emitir opiniones que pueden tener consecuencias en nuestra carrera profesional y en la vida laboral.

La cuestión es si resulta prudente (incluso rentable) mostrar una adscripción política u opinar abiertamente sobre cuestiones polémicas en el lugar de trabajo. 

Cabe preguntarse cómo gestionar un posible arranque de sinceridad en este campo... Pero también cómo lidiar con el compañero (o incluso con el jefe) deslenguado al hablar de política que no muestra recato alguno al opinar sobre temas espinosos, o cómo navegar en una atmósfera laboral políticamente cargada y convencer a los colegas de trabajo para que no hablen de política durante ocho horas al día.

Parece evidente que ciertos acontecimientos o situaciones precipitan el interés por la política e impregnan nuestra vida laboral. 

En Estados Unidos, tras las elecciones que llevaron al polémico Donald Trump a la Casa Blanca, un estudio de Betterworks determinó que el 29% de los empleados era menos productivo desde las elecciones, y ese porcentaje se incrementaba hasta el 35% entre aquellos que leían 10 o más post sobre política al día en el trabajo. 

La media era de 14 post políticos diarios en el trabajo -18 en el caso de los Millennials-, y un 21% aseguraba leer más de 20 al día, lo que implica una media de dos horas diarias dedicadas a la lectura de post sobre política en el trabajo.

Joseph Grenny, cofundador de la consultora VitalSmarts, asegura que "aprender cómo se debe hablar de política en la oficina de una forma productiva puede ayudarnos a gestionar otro tipo de situaciones y conversaciones delicadas en el trabajo".

Como norma general, debe tener en cuenta que, como muchos otros aspectos de su vida personal, su ideología y posición política es sólo suya, y nunca puede ser un motivo de discriminación en su puesto de trabajo o en su compañía. 

A esto hay que añadir que ser muy claro -quizá demasiado- en sus ideas políticas probablemente no le ayudará especialmente. La prudencia siempre es una virtud en estos temas.

Alardear de una determinada posición política y mostrarla en público sin prudencia le perjudica profesionalmente, y tiene a largo plazo más inconvenientes que ventajas.

Cuando se trata de valorar a alguien, la imagen profesional puede quedar empañada por esa adscripción política. Esa manifestación que hace hoy quizá encaje, pero tal vez no sea lo mismo mañana.

Y también ha de tener en cuenta que en determinados sectores resulta determinante que la ideología personal sea coherente con la de ese sector o actividad. Si la postura de una organización está claramente identificada, esto determina la política de selección y los perfiles profesionales que elige la empresa.

Mostrar en exceso su ideología y su adscripción política, ¿le beneficia profesionalmente? Como norma general, al hablar de estos temas en el lugar de trabajo se recomienda prudencia. La cautela evita que su imagen profesional pueda quedar dañada a largo plazo.

Pasamos más tiempo con nuestros compañeros de trabajo -y con nuestros jefes- que con la familia y los amigos. 

Así, no resulta extraño que muchos no puedan resistir la tentación de olvidar un tema de conversación neutro como el tiempo, o incluso otro más polémico como el fútbol, y se decidan a hablar de política en la oficina, sin miedo a entrar en temas escabrosos y a emitir opiniones que pueden tener consecuencias en nuestra carrera profesional y en la vida laboral

La cuestión es si resulta prudente (incluso rentable) mostrar una adscripción política u opinar abiertamente sobre cuestiones polémicas en el lugar de trabajo. 

Cabe preguntarse cómo gestionar un posible arranque de sinceridad en este campo... Pero también cómo lidiar con el compañero (o incluso con el jefe) deslenguado al hablar de política que no muestra recato alguno al opinar sobre temas espinosos, o cómo navegar en una atmósfera laboral políticamente cargada y convencer a los colegas de trabajo para que no hablen de política durante ocho horas al día.

Parece evidente que ciertos acontecimientos o situaciones precipitan el interés por la política e impregnan nuestra vida laboral. 

En Estados Unidos, tras las elecciones que llevaron al polémico Donald Trump a la Casa Blanca, un estudio de Betterworks determinó que el 29% de los empleados era menos productivo desde las elecciones, y ese porcentaje se incrementaba hasta el 35% entre aquellos que leían 10 o más post sobre política al día en el trabajo. 

La media era de 14 post políticos diarios en el trabajo -18 en el caso de los Millennials-, y un 21% aseguraba leer más de 20 al día, lo que implica una media de dos horas diarias dedicadas a la lectura de post sobre política en el trabajo.

Joseph Grenny, cofundador de la consultora VitalSmarts, asegura que "aprender cómo se debe hablar de política en la oficina de una forma productiva puede ayudarnos a gestionar otro tipo de situaciones y conversaciones delicadas en el trabajo".

Como norma general, debe tener en cuenta que, como muchos otros aspectos de su vida personal, su ideología y posición política es sólo suya, y nunca puede ser un motivo de discriminación en su puesto de trabajo o en su compañía. A esto hay que añadir que ser muy claro -quizá demasiado- en sus ideas políticas probablemente no le ayudará especialmente. La prudencia siempre es una virtud en estos temas. 

Alardear de una determinada posición política y mostrarla en público sin prudencia le perjudica profesionalmente, y tiene a largo plazo más inconvenientes que ventajas.

Cuando se trata de valorar a alguien, la imagen profesional puede quedar empañada por esa adscripción política. Esa manifestación que hace hoy quizá encaje, pero tal vez no sea lo mismo mañana.

En todo caso, una cosa es hablar de política en el trabajo y otra muy distinta es tratar de convencer a los demás y convertirse en un activista.

Y también ha de tener en cuenta que en determinados sectores resulta determinante que la ideología personal sea coherente con la de ese sector o actividad. Si la postura de una organización está claramente identificada, esto determina la política de selección y los perfiles profesionales que elige la empresa.

Fuente: Gestión, miércoles 10-01-2018
www.gestion.pe
 
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